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domingo, 18 de octubre de 2015

La importancia de un buen banquillo.

Cuando sucede un partido como el de ayer, siempre surge el dilema de hemos sumado o restado puntos. En mi opinión cada aficionado tiene la libertad de generar su propio veredicto y tengo la certeza que nadie cohabita con la verdad absoluta porque la visión del choque no es la misma, hay quien se queda con las cosas negativas mientras otros se guardan las acciones positivas. Sin embargo, pineso que esa forma de enjuiciar es un error, tenemos que analizar la totalidad y no es correcto aferrarse a una de las dos partes.
 
En el encuentro de Éibar hay un jugador clave, no es Konoplyanka sino Ever Banega, capaz de cambiar la dinámica del juego, modificando la forma de jugar, el problema radica en su condición física y la capacidad para aguantar el ritmo del partido llevando la manija del juego, o como gusta decir ahora, el "tempo del partido". En el fútbol hay tres aspectos fundamentales para conseguir dominarlo, el primero tener la pelota, el segundo darle rapidez y el tercero recibirla en ventaja. Si estas premisas se dan la superioridad está asegurada. Ahora puede ocurrir que no sea necesario llevar el peso del encuentro aprovechando otras virtudes jugando, por ejemplo, de forma más directa.
 
En el partido de ayer, en función de los jugadores Unai Émery, plantea inicialmente el choque sobre la base del juego directo, robo y desplazamiento en largo, buscando la prolongación de la pelota con Iborra para aprovechar la velocidad de los extremos y Gameiro. También con Krychowiak y N´Zonzi se busca un mediocampo fuerte capaz de robar la pelota, además del lanzamiento en largo de Ramís. Sin embargo, el conjunto armero controla bien las prolongaciones, no le preocupa que el valenciano gane los balones arriba, sino controlar donde va la pelota. Además, el equipo tiene poco tiempo el esférico, no roba nunca llegando el contrario en superioridad a la frontal del área y generando situaciones de bastante peligro. La falta de posesión crea desidia en algunos futbolistas dando la sensación de falta de actitud. En esta mitad no se aprovecha las ventajas de este formato de juego y prima lo negativo.
 
La segunda parte comienza con mejores intenciones en los futbolistas, principalmente, por la charla del descanso y la ventaja del equipo local que le hace ser más reservado, retrocediendo y dando más terreno al Sevilla FC. El problema es la carencia de elementos para manejar ese fútbol, faltaban individuos que trasladaran el balón con rapidez y precisión. La propiedad del esférico aumenta pero no se ve la superioridad hasta la salida de Banega que comienza a dar velocidad al balón, los desplazamientos son al pie y en ventajas. Se obtiene superioridad en las bandas y no hay mejor defensa que tener la pelota. El Éibar se limita a quitarse el cuero de encima. Se recupera rápido y se desarrolla el partido en el terreno local. Se da la sensación de mando, mereciendo un segundo gol con varias oportunidades, aunque la puntería no es la mejor en este momento de la temporada. En esta fase, con Ever Banega, se aprovecha los aspectos validos priorizando frente a los contradictorios. 
 
En conclusión, los planteamientos lo hacen buenos los futbolistas en el campo porque en la pizarra ningún equipo ha perdido puntos. Ayer uno valió y otro no. Hace siete meses en Villareal el mismo esquema de la primera parte fue un éxito y hace cuatro jornadas, contra el RC: Celta de Vigo el segundo con Banega en el campo resultó un desastre. Lo importante y fundamental es tener alternativas en el banquillo, en buenas condiciones, para cambiar el discurrir de los partidos.

 



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