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miércoles, 22 de julio de 2015

160 años la misma imagen invariable.

Al mediados de mayo, cuando "la caló" comenzaba a apoderarse de los días y se presagiaba un verano que recordaba a aquellos de mi niñez donde los termómetros marcaban grados sin tener compasión de los jornaleros que trabajaban mañana y tarde en las labores cotidianas del campo. Se celebraba en nuestra localidad un concurso de pintura rápida, el pueblo se atestaba de artistas en busca de la imagen que fusionara la personalidad de la villa y el estilo del autor. Entre las obras logré divisar de forma disimulada una que provoco en mí un momento de reflexión.

El lienzo plasmaba la Plaza de España y esa mirada furtiva tuvo consecuencia en mi memoria, retrocedí a la plaza de mi infancia, comprobando que estaba muy cambiada con respecto a la actualidad. La casa de Tirado de finales de los setenta, derruida y maltratada por el tiempo, que dilapidaba la categoría de casa señorial de finales del siglo anterior, se ha convertido en el ayuntamiento de la villa con una fachada rejuvenecida. La esquina de la calle San Juan ha sustituido el nombre del patrón de Sevilla por una palabra en otro idioma que quiere la independencia de España. Las ventanas de la vieja cárcel que servían de escapatoria para las suplicas de los presos se han transformado en una puerta que da entrada a Gestión tributaria. La confitería ha cambiado de look, ha desaparecido aquella puerta blanca que unía la casa con el negocio, el café no lo sirve Ignacio "El Cumbre" y los billares de la parte alta se ha convertido en dos viviendas.

La oficina del Ocaso ha dejado de convivir con la familia Cabello. El casino no tiene el encanto de la etapa anterior con su fachada repleta de sillones de mimbres donde los socios formaban las tertulias al caer la tarde perpetuando el señorío de la Villa. El cine se ha transformado en el Gran Teatro España desapareciendo sus viejas  rejas donde colgaba la cartelera de la película que se proyectaba. La casa del zapatero ha pasado a formar parte del espacio escénico. El Banco Hispano Americano es historia de la banca española. En el rincón, Andrés no despacha helados, la heladería solo permanece en la nostalgia del palmerino. El color azul y verde de los kioscos se ha transformado a una tonalidad metalizada perdiendo el matiz que los diferenciaban. La Huelvana y Ana no llegan con sus puestos, dejando libre el espacio que ocupaban frente al cine y la iglesia. El suelo ha eliminado las líneas de losetas rojas que dibujaban rectángulos en el suelo y la fuente se ha retranqueado unos metros hacia detrás.

Sin embargo, hay una instantánea que es la misma, que perdura inmutable al paso del tiempo, cada 15 de agosto, la puerta de la iglesia se abrirán de nuevo para recuperar la estampa de siempre, aquella que permanece inalterable con los años. La misma fotografía de antaño se repetirá en La Palma del Condado. La Virgen del Valle de nuevo se detendrá en el dintel de la puerta de la iglesia fundiendo el pasado con el presente. El hombre se transformará en niño recordando épocas pasadas, cuando el venía de la mano de sus padres, los cuales, cumplían con la promesa de sus antepasados que pidieron clemencia frente a la epidemia de cólera que azotaba la localidad. Por lo tanto, esa noche es el momento de volver a nuestras raíces y estar con nuestra madre para seguir manteniendo una tradición de 160 años.  

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