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martes, 26 de mayo de 2015

Hace veinte años.

Transcurría el año 1995, cuando los aficionados del barrio de Nervión vivíamos pendiente de una final que se jugaba en Madrid. Dependiendo del resultado el Sevilla FC podía conseguir el botín sitiado durante tantas temporadas anteriores, alcanzar una plaza europea para jugar la UEFA, si bien, siempre en el ocaso de cada liga se repetía el mismo suceso, en el último momento conseguía darnos el esquinazo y perdíamos su rastro hasta el año siguiente. El sevillismo vivía abonado al cántico de "otro año igual" que tan popular fue en el principio de los años noventas para cerrar los proyectos ilusionantes de la era Cuervas.

Aquel sábado de junio todos nos pintamos la cara de azul y blanco para sentirnos por unas horas hinchas del RCD de la Coruña, el inconveniente llegó con la suspensión del partido por una intensa lluvia que dejó el terreno de juego anegado de agua cuando el marcador señalaba empate a uno. La ansiedad y las pinturas se mantuvieron durante varios días más hasta que se reanudó el encuentro. En el primer minuto del nuevo capítulo Alfredo Santaelena desniveló el marcadó, llevando hasta la ciudad de la Torre de Hércules la Copa del Rey y otorgando  a Sevilla el pasaporte para disputar la competición que con el tiempo se ha convertido en "la nuestra".

Hoy veinte años después nos encontramos en la misma tesitura, dependemos de un título para subir otro escalón en las estructuras del fútbol. El salto sería de la Europa League a la Champions League lugar donde reside la nobleza del balompié en el viejo continente. La diferencia radica que en mitad de la década final del siglo pasado se dependía de terceros y en esta ocasión es nuestro escuadrón el que dirime la batalla definitiva. Optamos por cuarta vez en diez años a ganar el trofeo, con el cual, mi generación de sevillistas, los nacidos a principio de los setenta, perdimos la virginidad. Hemos pasado de celebrar títulos ajenos a soñar con entrar en la historia del fútbol mundial, al ser el primer club que posee en sus vitrinas cuatro UEFA. Personalmente, prefiero este nombre porque los de mi edad crecimos llamando a esta competición por este apelativo.
 
Con esta vuelta al pasado pretendo hacer una comparativa entre la situación actual de la sociedad y la de hace dos décadas atrás. Por méritos propios nos hemos convertidos, no solo, en un grande de España, sino también de Europa. Es justo reconocer la labor realizada por toda la comunidad sevillista y nos debemos sentir orgulloso de ser del Sevilla FC. Estos logros no son flor de un día, sino el fruto de un duro trabajo y una mejor planificación. Si aquel equipo de los noventa ganó un Campeonato de Liga, una Copa del Rey y una Supercopa de España y se le dio el sobrenombre de Superdepor. El nuestro que ha llenado sus vitrinas con dos Copa del Rey, 3 UEFA, una Supercopa de Europa y otra Supercopa de España que calificativo se merece.
 
 

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