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miércoles, 10 de diciembre de 2014

El silencio de los borregos.

Es difícil vivir en un país donde por encima de todo predomina la sinrazón, las decisiones o medidas no se toman en el momento oportuno para evitar conflictos, sino para poner parches a sucesos ocurridos. España, como nación, se ha degenerado hasta límites insospechados, los ciudadanos han perdido la confianza en un sistema que convive con la corrupción, la violencia de género o el fanatismo llevado a límites insospechados. No podemos continuar mirando a otra parte, como ha sucedido hasta ahora. Es obligación denunciar cada caso de agravio o humillación y no debemos esperar a que ocurra una desgracia mayor.

A raíz de lo acontecido en Madrid, se ha escrito, hablado y analizado bastante. Son muchos los comentarios realizados en prensa donde se ha debatido por activa y por pasiva los motivos que han conducido a la muerte de una persona. Después de tanto escuchar, he llegado a la conclusión que todo se hubiera evitado si en España no existiera "el silencio de los borregos".

Vivimos en una sociedad, donde da miedo denunciar. Es duro escuchar en una tertulia deportiva, de la cadena COPE, como un periodista comentaba que ellos no sacaban a la luz pública los gritos atentando contra la persona de Antonio Puerta o  Aitor Zabaleta para no dar publicidad a los violentos y promocionar estos hechos. Aunque a bombo y platillo reproducían vídeos con contenidos violentos originado por otras aficiones. La única lectura posible es el miedo de los periodistas a algunos grupos, no se puede tapar a unos sí y a otros no. La medida debe ser la misma para situaciones iguales. No es correcto menospreciar a ciertos pueblos o comunidades en función de su poco poder mediático..

Los directivos de los clubes se han limitado a echar balones fueras e intentar quitarse las culpas de cada trifulca ocurrida, mientras, los gobernantes han mirado para otra parte durante años en el futbol español. Han tenido la oportunidad de actuar y cortar la violencia en los estadios hace tiempo. Se ha silenciado desde la LFP, la FEF y el gobierno actos vandálicos, algunos muy graves, como peleas entre aficiones que por suerte se saldaron sin ninguna muerte. No era necesario que se produjera este hecho para intentar poner orden en los campos de futbol. Tampoco ahora se deben tomar decisiones a la carrera, es fundamental  tener calma y no tiene sentido que, en estos momentos, todo sea sancionable.

Es de chiste las propuestas de sanción de esta jornada en cinco estadios. No se puede hacer el ridículo durante un tiempo para dar la sensación de mano dura y con el discurrir de los meses ir soltando la cuerda. El futbol español no se merece hacer más el ridículo. Ni antes con "el silencio de los borregos" ni ahora con "la mano de hierro".




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