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martes, 30 de diciembre de 2014

2015. El año del centenario.

Puede que este artículo tenga su génesis en la Placita del Altozano hace cerca de cien años, donde nació la idea de concebir un equipo de fútbol en esta localidad del Condado de Huelva. Un siglo da para mucho, se puede escribir sobre la historia, desde el primer presidente D. Juan Ramírez Pinto, hasta el último D. Antonio Roldán Millán, reseñar los diferentes estadios por los que ha pasado el club, con su etapa más dorada que transcurrió entre mediado de la década de los cincuenta y principio de los sesenta, recordar jugadores o entrenadores que hicieron grande este deporte en la localidad. Sin embargo, estas líneas maestras han sido o serán trazadas por grandes historiadores del balompié palmerino y en mi opinión sería caer en un grave error el volver a narrar los mismos acontecimientos.

Mi idea es contar el futbol de mi pueblo, en primera persona, partiendo de unos recuerdo que me transportan  a finales de los setenta, cuando un niño de pantalón corto, con poco más de cinco años, cada domingo recogía a su primo para ir a misa de once y posteriormente partir al estadio de La Zarcilla, donde el fútbol casi siempre, por tradición o imperativo de los grandes, se ha jugado a las doce, allí mi tío Juan nos esperaba en la puerta para entrar que estaba situada a lado de la granja. Las primeras imágenes que guardo en mi memoria son de un terreno de albero, con sus vetustos muros que cercaban el estadio, su antiguo marcador y debajo la publicidad de Mosaicos Pino apoyada en la pared de un arcaico cuarto que cumplía la función de taquilla, sus asientos de piedra que únicamente ocupaba medio estadio, su tribuna situada en lo alto de los vestuarios, aquella cantina escondida tras uno pilares o la reja que cerraba la entrada a los vestuarios. Con el tiempo, fue cambiando de aspecto, la noche se hizo mañana luminosa con la colocación de las cuatro torres de focos, la tierra se cambio por una verde pradera de césped natural  y los asientos ocuparon todo el perímetro del rectángulo de juego.

La posición preferida de los niños era ocupar el espacio situado detrás de la portería que atacaba La Palma CF, desde esa posición he visto pasar futbolistas que dejaron huella en este pequeño aficionado. Muchos son los nombres que guardo en mi ficticio álbum de estampitas que permanece inalterable e imborrable en mi memoria. No quiero nombrar a ninguno, porque para mí, todo aquel que vistió la zamarra blanca pasó a ser mi ídolo en la infancia. En ese tiempo, el fútbol no ocupaba tantas horas de televisión como en la actualidad y los peloteros locales eran los que uno conocía. Además, tengo la certeza que la totalidad de futbolistas que han portado el escudo de La Palma CF en su pecho, lo han defendido con honor y han derramado hasta la última gota de sudor, con independencia del protagonismo de cada uno en el desarrollo de los partidos. Por ello, no hago distinción entre ninguno, porque en el deporte de equipo pienso que el que gana es el conjunto y no las piezas individuales, aportando  cada uno su granito de arena, bien dentro o fuera del terreno de juego.
 
Desde finales de los setenta hasta principio de los noventas he visto desfilar grandes equipo por el recinto situado en la calle de la feria. Es imposible acordarme de todos los partidos pero algunos dejaron una huella imborrable que aún permanecen vivos en mi retina. Cierro los ojos y me traslado a una fría mañana de la temporada 80-81, nos visita el CD. Alcalá y en sus filas, un mito del fútbol nacional, Paco Gallego. El pleito se disputo de poder a poder, el marcador señalaba un empate a uno, cuando una genialidad del once lleva el segundo gol al marcador, produciéndose el delirio en la grada. Tal vez ese sea el mejor gol que he visto en La Zarcilla, fue un centro chut desde el banquillo local que sobrepasó al portero dio en el palo y se coló en la portería. Ahora, la máquina del tiempo nos lleva a mediado de los ochenta, un sábado por la tarde del mes de enero, con la visita del equipo vecino de Bollullos, es la única vez que recuerdo sillas de "Pabli" en el campo, fue tal el ambiente que las entradas se vendieron en varios bares de la localidad. También, se hizo más especial porque ese día me acompañó al campo mi padre. El partido comenzó con victoria visitante pero una segunda parte magistral daba el triunfo al conjunto local por 3-1. Cada gol suponía una invasión de campo por parte de los espoleados aficionados locales. 
 
Mención especial merecen los dos siguientes encuentros. El primero el ascenso a tercera frente al Sanlúcar, con la goleada por 6-0, con unos minutos finales de infarto. Es hablar del partido y rememorar la imagen del último penalti, en mi posición de niño, tras la portería, a lado mío, mi hermano y  observar el balón besando las mallas. Era el ascenso del pueblo, puesto que la mayoría de los jugadores eran locales criado en sus calles y convirtiéndose por un día en profetas en su tierra. En ese partido percibí la importancia del deporte rey en La Palma, vi llorar a gente que yo pensaba que su cuerpo no fabricaban lágrimas por su fortaleza. Y para concluir, el primer partido en tercera frente al Santaella, en una noche del mes de Septiembre, con una remontada, donde el protagonista fue un futbolista local, un delantero tanque que con su gol dio la vuelta al choque, consiguiendo el primer triunfo en categoría nacional que yo presencie en directo.
 
Con estas líneas quiero rendir homenaje, en primera persona, a cien años de balompié palmerino, a sus directivos, entrenadores y jugadores que durante un periodo de tiempo contribuyeron a hacer feliz a este niño de pantalón corto que todavía siente el balón rodar o ese aroma a hierba fresca cuando pasea por sus calles en feria. Quizás para muchos paisanos ese lugar sea el recinto ferial "Doña Elvira Pérez de Ayala", Sin embargo, para mí siempre permanecerá asociado al estadio de La Zarcilla y los únicos nombres que recordaré al andar por el no estarán relacionados con actividades bodegueras, sino con futbolistas que hicieron grande el nombre de mi equipo "La Palma CF". 

sábado, 27 de diciembre de 2014

Los Herodes del siglo XXI.

El día 28 de diciembre se recuerda por parte de la iglesia católica la masacre protagonizada por parte del Rey Herodes I el Grande. Ese día mandó matar a todos los niños menores de dos años, para asegurarse la muerte del Mesías, que según los profetas sería el futuro Rey de Israel. Con el paso del tiempo en los países europeos y sudamericanos este día se ha convertido en una fecha donde las bromas toman especial protagonismo. De esta forma se representa en la persona que sufre la inocentada al pequeño que sin ninguna culpa fue humillado por el poderoso.
 
En nuestra sociedad, 2014 años después de este linchamiento, seguimos sufriendo el castigo de los Herodes de nuestro tiempo. En la actualidad, en este país llamado España, son muchos los altos cargos que aprovechan su poder para azotar a los ciudadanos desamparados. Es cierto, que no se llega a la muerte física, cómo sucedió en la antigua Palestina, pero la humillación, el desprecio y la degradación que sufren los españoles, por parte de estos gobernantes, insensatos e imprudentes, llegan a extremos que se asemejan en algunos aspectos al abuso de poder sufrido por los habitantes de Belén.
 
Es difícil seguir viviendo en un estado donde cada día nos levantamos con un nuevo episodio de corrupción. Es injustificado el uso indebido del dinero público, por parte de los Herodes del siglo XXI, no es procedente observar como se pierden los recursos económicos por la falta de escrúpulo de muchos de estos embajadores de la mentira, mientras se pasa miseria en gran cantidad de hogares. Es justo reconocer, en este momento, la labor que desarrolla Caritas Parroquial. La Iglesia Católica, igual que en el año cero, perseguida y menospreciada, por los nuevos líderes que prometen la abundancia para luego no dar nada , sigue ayudando a las familias más necesitadas, sin pedir nada a cambio.
 
Igual que el Rey Herodes, los actuales, son egoístas, únicamente piensan en mantener su absolutismo, no quieren perder su estatus, no actúan buscando lo mejor para el pueblo, ellos luchan por mantener su posición porque para algunos es su medio de vida. El problema es que cada cuatro años necesitan del Santo Inocente para seguir sentado en el trono y es entonces cuando se ponen la careta de cordero que tapa su verdadera piel de lobo.
 
Por lo tanto, podemos decir que la vida sigue igual, después de tantos años, no hemos conseguido eliminar a Herodes de la sociedad, la cual, continúa inundada de Santos Inocentes que sufren las aberraciones de los prepotentes y sueñan con acabar algún día con esta dura realidad.

   



viernes, 26 de diciembre de 2014

El buitre salio del nido.

Durante tres años, aproximadamente, en el seno del Sevilla FC se ha mantenido la calma cuando prácticamente era imposible, nadie de puertas hacia fuera puso de manifiesto la situación insostenible que vivía la sociedad anónima deportiva. Los consejeros apoyaron a su presidente y jamás concedieron ni una declaración o realizaron algún gesto que dejara en entredicho la unión que siempre habían proclamado por bandera. Es duro para los sevillistas de a pié ver como se rompe, a las primeras de cambios, el pacto de estabilidad proclamado siempre por Sevillistas de Nervión. La situación anómala que este grupo presentaba no era flor de un día, en anteriores temporadas, ya existían estos inconvenientes que nunca fueron sacados a la luz pública. Me preocupa la falta de personalidad de ciertos periodistas que no tuvieron la valentía de dar la misma noticia en las juntas de años pasados o no se la filtraron.
 
Pienso que en lunes quedaron retratados, además del vicepresidente, más de un consejero que todavía debe pagar su soldada por el sillón que ocupa. Una gran parte de sevillistas que proclamaban su sevillismo por bandera han demostrado que lo único que les preocupan es su estabilidad personal en muchos aspectos de la vida, porque, para ellos el fútbol no son únicamente sentimientos, sino fuera así, hace tiempo que habrían abandonado un barco que se iba a la deriva. Nunca he tenido dudas del presidente actual, sé de buena tinta que jamás sería un "cuchara". Ha tenido la virtud de rodearse de gente muy válida y de su confianza que le pueden asesorar muy bien y ha sido capaz de tomar decisiones importantes sin formar revuelos.
 
El pasado lunes dio un paso muy importante, aceptando la responsabilidad que conlleva su cargo y demostrando que nadie le va a mover la silla con maniobras inapropiadas. Personalmente, me dolió la realidad escenificada en el escenario del Los Lebreros, porque, daba la razón a muchos que proclamaban que esta desunión era la realidad del club. Ahora es el momento idóneo para dar un segundo paso y reformar el órgano decisorio de la sociedad, retirando del mismo a todo aquel que no sea merecedor de ocupar el cargo, es justo reconocer, que en dicho comité no puede sentarse nadie que no sea de la confianza del máximo mandatario de la sociedad o intente romper la unión que nos ha dado la gloria. El sevillismo no puede volver a la época de Escobar o González de Caldas.
 
En conclusión, la pasada junta sirvió para demostrar que Pepe Castro no vive días de vinos y rosas en los interiores del Ramón Sánchez Pizjuán y para eliminar ciertas caretas que enseñaban la piel de cordero por encima de la verdadera de lobo. Sin embargo, nos debe quedar la satisfacción que nadie va a pasar por encima del presidente, siendo, lo difícil es dar el primer paso y ese se ha producido, por lo tanto, esperemos que siga caminando con zancadas firmes por el bien del Sevilla FC.
 

martes, 23 de diciembre de 2014

El Campo De La Vega.

Me satisface en momentos concretos rememorar recuerdos y vivencias del ayer, puede que hasta cierto punto me considere un nostálgico, siempre me ha cautivado mi pasado y  añoro hechos de mi niñez  que con el paso del tiempo y las nuevas tecnologías han desaparecido de nuestro hábitat.
 
Cuando por el mes de julio retomé este blog, una de mis intenciones era recuperar situaciones, lugares y costumbres que el tiempo se había encargado de eliminar por alguna razón de nuestro entorno cotidiano. La Palma de finales de los setenta y principio de los ochentas era muy distinta de la actual. Su paisaje urbanístico ha cambiado, el pueblo se ha llenado de nuevas construcciones que ocupan lugares donde antes existía un espacio libre, un descampado, que era utilizado por los zagales de la época como campo de fútbol. Cada zona tenía su sitio de juego, los de la calle Moscardó y el Pozo de las Vacas compartíamos el patio de los Salesianos o el terreno de albero de Bachillerato. Sin embargo, en aquel periodo, entre los jóvenes era típico el ir a luchar o enfrentarse a los amigos de otro sector.

De todos los estadios ficticios que formaban parte de nuestra localidad, recuerdo uno que solíamos visitar muy a menudo "El Campo De La Vega". En este lugar se reunían los niños de la calle Sevilla y alrededores. El motivo de las asiduas citas, no era otro, que compartíamos pupitres en el colegio y por las tardes concluíamos el partido iniciado en el recreo. En la actualidad, los terrenos están ocupados por la Plaza 15 de Agosto y las viviendas o bloques de pisos que rodean su perímetro. Hace treinta y cinco años, su superficie de tierra libre se rodeaba de solares para guardar los tractores y aperos del campo, algún negocio familiar y varios bloques de piso que hoy han quedado relegado a un segundo plano, detrás de las nuevas construcciones.
 
Hace  más de siete lustros los jóvenes disfrutábamos de la calle no existían los miedos de hoy en día ni  la inseguridad que acecha a nuestra sociedad. El horario escolar estaba dividido en jornadas partidas de mañana y tarde. Como cada día, después de la sirena salía corriendo de forma precipitada hacia casa para comenzar el ritual  de todo futbolista. Dejaba la mochila y en la habitación sobre la cama me esperaba unos viejos zapatos deportivos de la marca "golfitos" y un chándal. Una vez ataviado con la indumentaria correspondiente marchaba hacia las cuatro esquinas, donde, nos concentrábamos para partir hacia el terreno de juego. Montados en las bicicletas típicas, nada que ver, con las actuales de montaña. Llegábamos al terreno de juego donde cuatro piedras hacían las veces de porterías, no había arbitro, solo las reglas de juego callejero que todos conocíamos.
Los partidos se jugaban de forma intensa, defendíamos con orgullo y pasión un honor que desde chico teníamos inculcados, en dicha tierra, aprendí a sentir el compromiso y la lealtad a unos amigos que te marcan de por vida, con el paso de los años comprobé que éramos niños que nos comportábamos como hombres, no valían las excusas, lo único que importaba era el triunfo, que buscábamos hasta la última gota de sudor, con la única recompensa de la reprimenda de la madre por algunas heridas, las lagrimas por una derrota inesperada o la alegría de una victoria que nos hacía sentir héroes en nuestra imaginación.
Para concluir comentar que tengo la seguridad y certeza, que debajo de los cimientos de la actual plaza, se conservan preso los sueños futbolísticos de muchos niños de aquellos alrededores y de los invitados que solíamos acudir a defender la dignidad de nuestra calle.

sábado, 20 de diciembre de 2014

El año del reencuentro.

Han sido siete años de búsqueda, un tiempo que ha dado para mucho, pero igual que sucedió en 2006 llegaste cuando nadie te esperaba. A principio de temporada, desde el club se vendía una campaña de transición, de creación de un proyecto a tres años, donde el objetivo pasaba por conseguir una plaza que diera opción a jugar competición europea en la siguiente temporada. El camino se hizo largo, se quemaron muchas etapas, quedando para siempre en la memoria momentos inolvidables. La noche mágica de Heliópolis, donde los de verde intentaron coquetear con nuestra prometida, pero el amor eterno que nos juramos para siempre en Eindhoven no se fracturó y la fidelidad se mantuvo intacta o el 1 de mayo cuando M´Bia, en el minuto final, de un certero cabezazo, transformó la pesadilla en el más grande de los sueños, robando la alegría y la ilusión a la la afición valencianista para entregársela a la sevillista.
 
Han transcurrido siete meses de aquel 14 de mayo cuando iniciamos el viaje a Turín, al corazón de los Alpes italianos, en busca de nuestra copa, aquella que conquistamos por primera vez en tierras holandesa y desde entonces se enamoró de Sevilla. Cada año sueña con volver de nuevo a surcar su río, a recorrer las calles empedradas de su casco antiguo, a mirar la Giralda desde sus pies, a postrarse delante de la Virgen de los Reyes, a saludar desde el balcón de la casa consistorial a la ciudad y a vivir en el barrio de Nervión escuchando cada domingo como una afición expresa sus sentimientos cantando el himno del Arrebato.
 
Recuerdo como brillabas en el estadio cuando los últimos rayos de sol se reflejaban en la epidermis metalizada que cubre tu cuerpo, allí postrada en tu pedestal, desprendías felicidad por ver las gradas teñida del  rojo y el blanco de una afición que no faltaba a su cita, Se producía el reencuentro con la novia que nos robó nuestro primer beso de amor, ese que nunca se olvida. Siempre, serás especial para nuestra generación porque fuiste la que cambiaste nuestras vidas. Nos enseñaste la diferencia entre el éxito y el fracaso, entre ser grande y pequeño o  entre la gloria y el infierno.
 
Después de ciento veinte minutos y una tanda de penaltis, donde un portugués se hizo grande parando las últimas acometidas y permitiendo que el tesoro más preciado volviera a las vitrinas del Pizjuán, llegó el momento más difícil cuando al abrazarte el rubio croata preguntaste por Antonio, tal vez, esperabas que fueran sus manos, las primeras que rozaran tu piel, tras más de un lustro de espera, tuvimos que explicarte que quién  nos guió con su zurda de diamante, en un jueves de feria, a la primera cita ya no se encuentra entre nosotros sino que emigró al Nervión celestial, donde ahora disfruta de los momentos de gloria junto al sevillismo eterno del tercer anillo.
 
Para finalizar pedir que la historia se repita y en Varsovia ganemos otra Europa League consecutiva.
 
Desear unas felices fiestas navideñas, un prospero año nuevo y que el amor inunden los corazones de todos los lectores de este rinconcito.
   


miércoles, 10 de diciembre de 2014

El silencio de los borregos.

Es difícil vivir en un país donde por encima de todo predomina la sinrazón, las decisiones o medidas no se toman en el momento oportuno para evitar conflictos, sino para poner parches a sucesos ocurridos. España, como nación, se ha degenerado hasta límites insospechados, los ciudadanos han perdido la confianza en un sistema que convive con la corrupción, la violencia de género o el fanatismo llevado a límites insospechados. No podemos continuar mirando a otra parte, como ha sucedido hasta ahora. Es obligación denunciar cada caso de agravio o humillación y no debemos esperar a que ocurra una desgracia mayor.

A raíz de lo acontecido en Madrid, se ha escrito, hablado y analizado bastante. Son muchos los comentarios realizados en prensa donde se ha debatido por activa y por pasiva los motivos que han conducido a la muerte de una persona. Después de tanto escuchar, he llegado a la conclusión que todo se hubiera evitado si en España no existiera "el silencio de los borregos".

Vivimos en una sociedad, donde da miedo denunciar. Es duro escuchar en una tertulia deportiva, de la cadena COPE, como un periodista comentaba que ellos no sacaban a la luz pública los gritos atentando contra la persona de Antonio Puerta o  Aitor Zabaleta para no dar publicidad a los violentos y promocionar estos hechos. Aunque a bombo y platillo reproducían vídeos con contenidos violentos originado por otras aficiones. La única lectura posible es el miedo de los periodistas a algunos grupos, no se puede tapar a unos sí y a otros no. La medida debe ser la misma para situaciones iguales. No es correcto menospreciar a ciertos pueblos o comunidades en función de su poco poder mediático..

Los directivos de los clubes se han limitado a echar balones fueras e intentar quitarse las culpas de cada trifulca ocurrida, mientras, los gobernantes han mirado para otra parte durante años en el futbol español. Han tenido la oportunidad de actuar y cortar la violencia en los estadios hace tiempo. Se ha silenciado desde la LFP, la FEF y el gobierno actos vandálicos, algunos muy graves, como peleas entre aficiones que por suerte se saldaron sin ninguna muerte. No era necesario que se produjera este hecho para intentar poner orden en los campos de futbol. Tampoco ahora se deben tomar decisiones a la carrera, es fundamental  tener calma y no tiene sentido que, en estos momentos, todo sea sancionable.

Es de chiste las propuestas de sanción de esta jornada en cinco estadios. No se puede hacer el ridículo durante un tiempo para dar la sensación de mano dura y con el discurrir de los meses ir soltando la cuerda. El futbol español no se merece hacer más el ridículo. Ni antes con "el silencio de los borregos" ni ahora con "la mano de hierro".