Vistas de página en total

domingo, 5 de octubre de 2014

La sonrisa en el futbol.

Me emociona el futbol, desde hace varias década, me atrae lo que mueve este deporte, que desde niño me ha absorbido y  me ha dado la posibilidad de disfrutar de algunos momentos inolvidables, además, me gusta escribir sobre el deporte rey.  Al acabar el partido salí pensando que redactar en estas pocas líneas.  La primera intención fue tratar las diferentes lecturas que los aficionados y la prensa extraen del trabajo de Emery o la importancia de Deulofeu y Denis Suárez en el juego del Sevilla, otro tema interesante era opinar sobre la posición de Ever Banega en el terreno de juego.
 
Después de dar algunas vueltas a las diferentes ideas decidí que todas serían tratadas en algún medio por profesionales que las desarrollarían mejor y con más fundamentos. Al final, cambié los planes para exponer algo que prácticamente pasaría desapercibido en los periódicos y tertulias deportivas. No tendría eco en ningún lugar porque para muchos este aspecto no interesa y tal vez algunos no lo hayan sentido en la vida, como es, la sonrisa inocente de un niño en Nervión.
 
El futbol a las doces me transporta a mi infancia, relacionándolo con el olor a azahar, incienso y romero o las gradas, bañadas por los rayos de sol de la primavera sevillana, llenas de niños con banderas, gorras o trompetas. En esta ciudad la tradición era jugar a esta hora en la época de Semana Santa y feria. La llegada de la televisión, con la imposición de los horarios, ha hecho que se perdiera la costumbre, alejando de los estadios a los futuros mantenedores de esta afición.   
 
Hoy en los alrededores del estadio comprobé una imagen  casi olvidada, del blanco y negro de las instantáneas antiguas, al comprobar la cantidad de aficionados que iban acompañado por pequeños. Esos que siempre esbozan una sonrisa en los labios y piensan a diferencia de los mayores que presenciarán el partido de su vida donde su equipo ganará de forma abultada, puesto que lo único importante es lo deportivo. Fue mañana de bufandas nuevas y de sueños cumplidos al visitar un campo de verdad, como yo le dije a mi tío la primera vez que subí sus escaleras y contemple desde aquellas gradas la majestuosidad de un estadio. He de confesar que aun hoy me siguen temblando las piernas cuando domingo tras domingo accedo  a mi asiento de tribuna alta de preferencia.
 
Fue día de colocarse la equipación oficial del equipo para llenar el césped de colorido, de ilusión, de satisfacción y de sueños que algún día se cumplirán, siendo ellos, los que salten al terreno de juego y se hagan la foto con los niños del mañana. En la actualidad es necesario renovarla cada año porque la camiseta cambia de una temporada a otra, lleva el nombre de cada jugador, quedando antigua o bien teniendo que lucir la leyenda de alguien que marchó. En mi niñez me compré una con el once de Bertoni pero al cambiar de aire no tuve esa contrariedad porque al año siguiente era de Santi..
 
El joven deseará con ansia que sea lunes para  jugar en el recreo su partido de futbol, emulando a sus héroes, donde siempre gana el Sevilla FC. Contar su día de futbol, donde solo existirán cosas positivas, se sentirá importante comprobando que todos sus amigos estarán atento a lo que cuenta, sintiéndose un pequeño héroe, porque ha vivido una mañana de futbol en el mejor lugar posible el Ramón Sánchez Pizjuán. Una fábrica de sueños donde los niños se sienten unos privilegiados al poder disfrutar de su equipo, dibujando en sus labios una gran sonrisa.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario